jueves, 1 de septiembre de 2011

en el fragor

 


Sean apreta el boton de la cadena, y se lava las manos. Al cerrar el grifo a la derecha escucha el metro chabacano con la voz de Paul. El ha llegado a la casa con su tono de vientos mientras el estaba en el baño, en su cuarto. El pasillo tiembla y va acercando la camerata en movimiento mientras diluye la voz amada, voz como de pajaro, como de ave enjaulada, como cuando un camello se para para oir aullar a las mezquitas, como el ultimo sonido sacado del violin o la flauta. Del ventano llegan los aires calientes de Mojave y la guitarra de Javier cantando, con ese arte abstracto y personalmente sucio, el asereje en un idioma parecido al que usaba Paul al practicar angles en primaria. De nuevo Paul. Paul que esta en el salon con las piernas abiertas dando la extrema uncion al resto de los ancianos. Leopoldo o Felix, no se, recitan un verso numerado, con la tonada divina en la boca, un verso de aire, un universo. La vida es un ruido de hombres y un combate de esperma. Nunca la eligieron, pero la bandera ondea en el balcon, e incluso alguno la besa a paso ligero, paso inclinado. Mientras Sean, que ya ha llegado al salon de actos, mirando a la concurrencia, se dispone a beber un ultimo trago.

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